Dime lo que piensas y te diré lo que obtendrás de la vida.
Si eres una persona positiva, el balance estará a tu favor; si eres negativa,
el saldo siempre será deficitario. ¿Recuerdas aquel
adagio según el cual la botella puede estar medio llena o medio vacía? Pues del
mismo modo, la vida puede ser un vertedero abarrotado de botellas medio vacías
o todo lo contrario.
Creo que ya
sabes a qué me refiero.
Lo que emites
ejerce una fuerza magnética que actúa atrayendo a su idéntico; es decir,
personas y situaciones afines. La ira se relaciona con la violencia; el
desánimo, con la desesperación... Pero también el amor con la compasión; la
alegría con la felicidad; la prosperidad con la abundancia...
El pensamiento
crea lo que cree. Hace mayor, incluso agiganta, lo que
captura su atención. La mente está construida de modo que convierte en realidad
aquello en lo que focaliza su atención. Si piensas que no lo conseguirás, así
será, pero si mantienes tus opciones, también estás en lo cierto.
Como siempre,
tú decides. La mente interactúa con la Inteligencia Universal.
Por medio de
esa especial conexión circulan las preguntas -en un sentido- y las respuestas
-en el otro sentido traducidas a un lenguaje de energía y vibración llamado «intuición». Me refiero a
ese asombroso vínculo entre la mente humana y la mente cósmica, a través del
cual colaboramos en la fascinante aventura de la creación.
Lo llamamos «tener
corazonadas», porque
provienen del corazón. Y el corazón sabe.
La intuición
posee una rara inteligencia que nos asiste y que además acciona el interruptor
mágico que nos conecta con la mente universal. Es una rápida zambullida del
alma en la corriente universal del conocimiento.
A través de la
intuición, tu personalidad entra en contacto con tu alma y ésta, a su vez, con
Dios. En esta reacción en cadena, llena de magia, llegan las respuestas a nuestras
preguntas.
Pero la
intuición requiere introspección y silencio. Y a veces hay tanto ruido en tu
interior que no puedes percibir más que la confusión de ese alboroto. Resérvate
unos momentos de silencio cada día para escuchar a tu corazón.
Cierra los ojos
y lo sabrás todo. Creo que cuando Dios creó al ser humano, decidió comunicarse
con él a través de la intuición.
Las soluciones
que el Universo propone son beneficiosas para todos, en un juego que podemos
llamar «ganar-ganar» y no «ganar-perder». En otras
palabras, nadie debe perder para que otro pueda ganar. Por esa razón, es del
todo imposible obtener la colaboración del Universo en algo que perjudique al
prójimo. Eso sería un desatino impropio de su compasión y de su amor por todos
nosotros.
Nos leemos el lunes...
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