A
nadie le resulta difícil encontrar argumentos para posponer una tarea o para
abandonarla a medio hacer. La lista de excusas es muy larga. Entretanto, las
dificultades nos buscan, esperan el momento idóneo y salen a nuestro encuentro.
Las
dificultades aguardan, agazapadas, su oportunidad para entrar en escena.
Algunas
personas tienen un arranque de caballo y unas paradas de mula. Se entusiasman
con rapidez y de la misma manera se desalientan al cabo de poco tiempo. No
acaban nada. Empiezan muchas cosas y no terminan ninguna de ellas. Estas
personas pasan más tiempo diciendo lo que van a hacer que haciéndolo. Por este
motivo, muchos proyectos acaban en un extraño orfanato.
Otros
intentos no llegan a producirse por temor al fracaso y en especial a la
crítica. Estamos en lo mismo: ¿Qué es más importante: lo que uno hace con su vida, o
la opinión de los demás? Yo ya tengo mi respuesta, y tú también.
A
fin de cuentas, el tiempo, que transcurre mientras haces algo es el mismo que
Pasará si no haces nada en absoluto. Eso es incuestionable.
Y
el tiempo que tarda en concluirse un proyecto en el que no se está trabajando
es infinito. Eso es indiscutible.
En
el camino, con certeza, aparecerán las dificultades para ponemos a prueba. En
el trabajo, los problemas nos garantizan el empleo, puesto, que si todo fuera
sencillo, no necesitarían quien los solucionara. Perderíamos nuestros empleos.
De hecho, el sueldo se fija en proporción al tamaño de los problemas que hay que resolver. Tanto en el
trabajo como fuera de él, la vida nos pone a prueba cada día. Y cada día quiere
decir todos los días.
Otro
error bastante frecuente es encomendarse a la suerte. Dejar las cosas en manos
de la fortuna o esperar que se resuelvan por sí solas es una estrategia con muy
pocas posibilidades de éxito.
Quienes
entienden la prosperidad como un golpe de suerte, se sientan frente a la puerta
de su casa a esperar el suyo. Por eso, el mundo está lleno de gente que aguarda
con los brazos cruzados.
Para
mí, un golpe de suerte es una
oportunidad que hay que provocar, trabajando, antes y después. Alfabéticamente,
la palabra «sudor» va justo antes que «suerte». Y eso es lo que ocurre en
todas las cosas: la suerte va precedida por el sudor.
Por
esa razón, cuando alguien está preparado tiene, en mayor medida que quien no lo
está, lo que algunos llaman «suerte». Pero no se trata de suerte como tal: es una cuestión
de preparación y oportunidad.
Preocuparse
no es prepararse, es visualizar la peor de las posibilidades y rechazar todas
las demás. La preocupación bloquea la razón y no te permite identificar una
oportunidad cuando llega; así es como lamentablemente se desperdicia. Quien
está preocupado por un asunto, no está ocupado en él y por eso no se halla
preparado.
Tener
una gran idea sirve de poco si no se la traduce en su equivalente material. No
basta con apresarla; después hay que expresarla. Todo el conocimiento que no
se aplica a la práctica es estéril. Por eso mismo, estar muy bien preparado y
no aprovechar la oportunidad cuando se presenta no sirve de nada.
Debes
tener en cuenta que ninguna idea es perfecta al principio. Alguien dijo que las
buenas ideas «vienen
vestidas con el mono de trabajo». Eso significa que, lejos de ser irreprochables, hay
que modelarlas hasta convertirlas en algo definitivo. Ese disfraz con el que se presentan suele provocar que sólo las mentes
creativas las identifiquen como auténticas oportunidades.
Las
ideas se vuelven poderosas cuando se las magnetiza con el entusiasmo de
trabajar en ellas.
Y
si trabajar en ellas no provoca ninguna emoción, languidecerán víctimas del
desinterés y, poco a poco, con el paso del tiempo, quedarán enterradas en los
arrabales de la memoria. Una idea que no se moviliza con un plan de acción se
evaporará sin dejar ningún rastro y nunca verá la luz del día.
En
el subconsciente hay una cantidad infinita de información y de buenas ideas.
Ten confianza: las buenas ideas anidarán en la mente en el momento y en el contexto
adecuado. La providencia tiende una alfombra para que las buenas ideas
transiten por ella. ¿Solas?
No, por supuesto. Tú debes ir detrás empujándolas.
Las
ideas no están en la otra punta del bolígrafo o del pincel. Están en tu
interior.
Cuando
vas a preparar una buena cena, no extravías tu mirada en el infinito mientras
aguardas la inspiración que te ayude a encontrar los ingredientes. Vas al supermercado
y llenas la cesta. Con las ideas ocurre algo parecido: existe un supermercado
de ideas en tu interior.
Sólo
debes escoger lo que necesitas.
En
todo el planeta, infinidad de personas están generando excelentes ideas a cada
minuto. De algún modo, todo ese material está disponible en un nivel de
conciencia compartida. Si aceptamos que nuestra especie posee una mente grupal
común, es posible que las mejores ideas provengan de esa inmensa base de datos
compartida.
Aguarda
tu momento.
En
el «entretanto» hay también mucho por hacer.
Es un período de tiempo para formular preguntas y descifrar las respuestas;
reciclar lo viejo y abrirse a lo nuevo; hacer limpieza y vaciar cajones. El «entretanto» es un período de tiempo necesario para prepararte.
En
la vida, los momentos favorables que exigen acción se alternan con los que
requieren reflexión y espera.
Hay
días que son mejores que otros; es natural.
También
hay mañanas
lluviosas y mañanas
soleadas, la marea sube y baja... Pero cuando la mar no es propicia para
pescar, el pescador se recoge para reparar la red y así se prepara para cuando
llegue su momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario