La
vida está aquí para ti y para ofrecerte todo lo que necesitas de cara a vivirla
en plenitud.
Recuerda
que viniste a este planeta para convertirte en una persona más completa y
prosperar espiritualmente.
Nada
pretende que te quedes sin tu parte; tampoco Dios creó la escasez. Más bien se
trata de la devoción exagerada que siente el hombre por su ego y que llamamos
egoísmo. Cierto que hay personas que viven en una situación precaria, pero no
significa que en el mundo no haya suficiente para todos; significa falta de
amor y de solidaridad.
El
mundo contiene todo cuanto necesitamos. Y la vida apoya todos nuestros
requerimientos ofreciéndonos el modo perfecto para satisfacerlos. El miedo a
quedarte con las migajas de la vida es el error más grande de todos.
En
el planeta hay pobreza debido a que los unos despojan a los otros simplemente
por puro egoísmo. No es que exista una escasez efectiva de recursos; en
realidad, lo que falta es el amor que los distribuiría mejor.
La
escasez de amor es una causa directa del desconocimiento de nuestra auténtica
naturaleza y talla espiritua1.
La
escasez de solidaridad es una confusión entre el «tú» y el «yo», lo «tuyo» y lo «mío»; y tiene su origen en una desarmonía.
¿Quieres algunos ejemplos de esa desarmonía?
•
A veces te sientes solo; sin
embargo, en el planeta hay miles de millones de personas que esperan recibir
una sonrisa.
•
Vivimos en la era de las
comunicaciones; pero, sin embargo, seguimos sin hablar de temas importantes.
•
Los gobiernos proclaman la
igualdad de oportunidades; sin embargo el Tercer Mundo agoniza, con el único
apoyo de las Organizaciones no Gubernamentales.
•
Mucha gente sufre hambre; sin
embargo, se queman cosechas enteras para mantener los precios en el mercado
mundial.
•
Hay gente que vive en la más
absoluta ignorancia; sin embargo, nuestro nivel de conocimientos se duplica
cada pocos años.
•
Todos los gobiernos gestionan
un gabinete de defensa al que, paradójicamente, dotan de sofisticados medios de
ataque.
•
Los países del hemisferio
norte consumen el ochenta por ciento de los recursos mundiales; sin embargo, su
población sólo supone el veinte por ciento de la humanidad.
•
Ciertas personas buscan el
favor o el amor de otras; sin embargo, no dudan en lastimarlas si no lo obtienen.
•
Muchos dicen no tener tiempo
suficiente; sin embargo, muy a menudo suelen desperdiciarlo lastimosamente.
•
Tenemos un desempleo elevado;
sin embargo, en el planeta hay una cantidad increíble de cosas por hacer.
•
Los problemas de la humanidad
piden soluciones globales y frentes comunes; sin embargo, los países se
fragmentan, víctimas de sus diferencias locales.
•
Nos interesamos por planetas
tristes, desolados e inhabitables; sin embargo, envenenamos nuestro planeta
Tierra poco a poco.
•
Algunos se sienten tristes;
sin embargo, no lo estaban antes de poner en su mente los pensamientos -fruto
de una visión borrosa y desenfocada de la realidad- que provocan su tristeza.
•
La violencia que practica el
hombre contra el hombre se manifiesta con extrema brutalidad; sin embargo, en
su protesta añade
todavía más violencia.
•
Llegamos con facilidad al
espacio y a otros planetas; sin embargo, no llegamos al corazón de la persona
que está al lado.
•
El planeta resulta cada día
que pasa más inhabitable; sin embargo, esto no era así antes de que los
ejércitos se pusieran a sembrar minas antipersona o de que los especuladores
arrasaran los bosques.
¿Qué estamos haciendo con nuestro planeta? ¿Dónde viviremos, si no es en
él?
Todo
eso es pobreza y falta de amor para el alma. Es ignorancia y egoísmo.
Quien
en su provecho desposee a los demás, construye un mundo minúsculo donde sólo
cabe él y nadie más.
Por
esa razón, las personas egoístas están siempre tan solas.
El
egoísmo crea un desequilibrio en el flujo de la abundancia y en su distribución.
Crea desarmonía. Rompe las reglas del juego de la abundancia y lo interrumpe.
Pero
ante todo, siembra la peor semilla que pueda germinar en el corazón: la
pobreza interior.
Tal
vez no conocías las siguientes leyes de un modo consciente, aunque quizás
inconscientemente ya intuías cómo operaban:
1.
La «ley del egoísmo» postula la innoble pretensión
de obtener mucho o todo a cambio de entregar poco o nada. Crea un conflicto
interior, debido al miedo a la escasez que convierte a cada persona en un
rival.
2.
La «ley del amor», por el contrario, te invita
a dar sin esperar nada en compensación. Cuanto más des, más recibirás. Sólo el
amor cumple esta premisa. A partir de ahí, obtendrás resultados milagrosos a
cambio de esfuerzos aparentemente insignificantes.
3.
La «ley de la prosperidad» te dice que es posible conseguir
tus sueños,
siempre y cuando impregnes cada pensamiento con la magia del entusiasmo y
después lo alimentes con una determinación a toda prueba.
Si
estás en armonía con lo que haces, actúa la «ley de la prosperidad». Y todos obtienen más que actuando a solas.
Si
estás en desarmonía con los demás, actúa la «ley del egoísmo». Y todo sale mal sin una razón aparente.
Si
no sabes lo que quieres, pero crees que sí lo sabes, obtienes lo que no deseabas. Y entonces te sientes decepcionado.
Eso es lo que estás creando. Ya ves hasta qué punto te afecta lo que piensas.
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