martes, 9 de agosto de 2016

Quinta parte de "El Método de los Deseos Cumplidos" (Artículo 2)



Tu programa de metas
Si alguien planea sus siguientes vacaciones con más detalle que los siguientes cinco años de su vida, entonces tiene un problema. Y serio.
Algo tan importante como decidir a qué entregarán su tiempo y energía es algo que muchos ni siquiera se plantean. Conocen bien sus deseos pero no se aplican el “método de los deseos cumplidos”: transformar los deseos en metas, las metas en tareas y las tareas en una diversión.
He leído en algún lugar que las personas no planean fracasar; y sin embargo, fracasan porque no planean. En realidad, lo que está ocurriendo es: la mayoría de personas no tienen un programa de metas definidas. Todo el mundo desea una vida más satisfactoria pero pocos trazan el plan que les conducirá a ella.
¿Cómo darle al blanco si no hay un blanco al cual apuntar? Un arquero que dispara con los ojos vendados a un blanco tiene mayor probabilidad de hacer diana, aunque solo sea por azar, que el arquero que carece de blanco en absoluto. ¿Cuál es tu diana?
Las buenas intenciones se diluyen pronto; y los esfuerzos puntuales se conocen popularmente como “intentonas”. Por esa razón, en todos los campos de la vida, hay muchos intentándolo y pocos consiguiéndolo.
Pero es sabido que disparar al aire con la esperanza de cobrar una pieza ofrece muy pobres resultados.
¿Cómo fijar el programa de metas?
El error del principiante es preguntarse qué puede hacer dadas sus circunstancias. El experto primero se pregunta qué quiere y después crea las circunstancias propicias para conseguirlo. Define su programa de metas y después crea situaciones que concuerden con su propósito.
Al principio celebra cada esfuerzo. Una vez alcanzadas las primeras metas, te sugiero celebrar tus pequeños logros. No tienes por qué esperar al resultado final, cualquier señal de éxito puede ser tu motivo semanal de celebración. Son el indicador de que las cosas avanzan.
Incluso puedes establecer un sistema de premios por meta conseguida aunque el objetivo final no se haya alcanzado aún. Por ejemplo, regalarte un día libre, un masaje, o simplemente llevar un diario de éxitos.

Consigue que tu entorno te apoye
Si ya has comprendido la importancia de un programa de metas, ahora quisiera que valoraras la opción de reforzarlo con un entorno favorable para redistribuir el esfuerzo.
Solos raramente conseguimos algo de valor. Pero si cuentas con el apoyo de tu entorno, podrás delegar en el parte del proceso. Eso minimizará la necesidad de fuerza de voluntad y disciplina.
Piensa, ¿Hasta qué punto contribuye tu entorno a tu éxito? Y ¿Cómo sería tu entorno ideal? Diseña tus apoyos.
Ejemplos de entorno: complicidad de la familia, socios sinérgicos, información y formación relevante, acceso a redes, medios de comunicación, buena forma física, apalancamiento financiero., atmosfera amable de trabajo, sistemas informáticos y de proceso de datos eficaces, rede de contactos, consejeros… en fin, todo lo que te ayude a conseguir más resultados con menos esfuerzo.
Otra cosa que puedes hacer es organizar un grupo de Mastermind (mente maestra). ¿En qué consiste? Es un grupo de personas que comparten sus sueños en un entorno de mutua motivación. Establecen reuniones regulares para intercambiar recursos, escucha activa, consejo y apoyo. ¡Es como un congreso de soñadores! Diseña tu “sistema de apoyo mutuo”.
Nuestro admirado personaje, Vincent van Gogh, trató de establecer un grupo de pintores. El creía firmemente en la colaboración con otros artistas, en lo mucho que podían enseñarse unos a otros. Invitó a trabajar en su estudio ni más ni menos que a Paul Gauguin. Le ofreció “un refugio para amigos” donde intercambiar ideas y compartir suerte. Los escasos dos meses durante los que convivieron fueron muy fructíferos para ambos, finalmente Gauguin marchó al Pacifico a encontrarse con su destino.
Hay estudios documentados que confirman que el noventa por ciento de lo que consigues, y de lo que no, tiene que ver con las personas con las que te relacionas regularmente. Eso incluye pareja, familiares, socios, colaboradores, amigos y conocidos. ¿Cuál es la razón? El “efecto mimetismo” hace que se igualen, o copien, conductas, creencias, hábitos y hasta modos de vestir o de hablar. Puesto que esa influencia va a ocurrir, ¿Por qué no elegir un entorno altamente inspirador a nivel personal y profesional?
Todos hemos conocido cientos de personas en nuestras vidas, con algunas de ellas incluso hemos convivido durante años; y sin embargo, no nos acordamos de muchos porque su contribución a nuestra vida no es destacable.
Pero:
Podríamos escribir una pequeña lista con los nombres de las personas con las que hemos coincidido brevemente y que nos han impactado para siempre...
Argumento cuántico: las personas de elevado orden y coherencia crean una influencia positiva que aumenta ese orden y coherencia en otros.
Sus conciencias se elevan a un nivel más alto del que lograrían por sí solas (sinergia evolutiva). En otras palabras, una “conciencia elevada” eleva aquéllas con las que entra en contacto.

El Plan de Manifestación
Cuando era pequeño me encantaban las películas de aventuras. Ahora me gusta vivir la aventura. Ante la pantalla me excitaba con facilidad. Sin embargo, al oír tres palabras mágicas en boca del héroe del filme, me relajaba. Y estas palabras eran: “Tengo un plan”.
Estoy seguro de que eres consciente de que un plan es el puente hacía tus sueños. No construyas sueños, mejor construye los puentes (los planes) que conducen a ellos. Suelo afirmar que tener un plan (por regular que sea) es mucho mejor que no tener ninguno. Y tener dos planes es mejor que mejor. El segundo plan, el plan B, es el “plan de contingencia” una alternativa por si las cosas no salen según lo esperado.
Cuando establezco mis planes me gusta pensar:
Un plan como este no puede fracasar.
Me agrada hacer planes y me agrada aún más cumplirlos. No hay nada más didáctico que un plan (planificar enseña).
Pero ¿Cuantos de nosotros tenemos un plan? Hay personas que viven según sus planes; y el resto, según los planes de otras personas.
Lo que sigue es el corazón de este libro y, en síntesis, el secreto para hacer realidad un deseo. En resumen, este es “el método de los deseos cumplidos”.
Define tu sueño y escríbelo de modo específico, conviértelo en metas intermedias asumibles. A continuación desglosa cada una de ellas en tareas concretas, cuanto más simple mejor, y por último, pásalas a tu agenda y asígnales fechas realistas. Actúa.
Ha llegado el momento de plasmar por escrito tu Plan de Manifestación, de traducir tu deseo en acción. Hasta que pongas tus metas por escrito, solo posees intenciones que son semillas sin tierra. He comprobado que la primera razón por la cual la gente no consigue lo que quiere es porque no tiene ningún plan —ni bueno ni malo—. Y la segunda: no lo escriben.
Pongamos manos a la obra.
En la primera columna del esquema sintetiza tu misión. Un objetivo específico. Sea lo que fuere lo que deseas lograr, conviértelo en el foco creativo de tu vida. El único requisito es que tu deseo ha de respetar tus valores; es decir, lo que es importante para ti en este momento. Y que este en tus manos conseguirlo...
En la segunda columna debes ser más específico e identificar submetas: los pasos prioritarios para conseguirlo. Si fuiste concreto al declarar tu misión personal, te será sencillo concretar tus metas. Pero aún puedes desglosar estas metas prioritarias en tareas más específicas y concretas...
En la tercera columna, sé lo más concreto que puedas traduciendo los pasos intermedios en pequeñas acciones manejables. Tareas tan sencillas que pueden parecer triviales pero indispensables en el cómputo global. Cuanto más desciendas en el nivel de detalle, más sencillo te resultará pasar a la acción.
Cuando hayas terminado de anotarlas, traspasa a tu agenda estas tareas, ponles fecha y plazos razonables.
Aprende a amar cada tarea por su significación en el resultado, especialmente las más incomodas. Es lo que se dice: “Hacer lo que hace falta, durante el tiempo que haga falta”.
Ya tienes un plan de acción creativo (el mapa de carretera hacía tu felicidad).
Es más de lo que muchos poseen.
El exitoso autor Jack Canfield nos sugiere “La regla del 5”: realiza cinco tareas al día en la dirección de tu sueño. No importa lo grueso que sea el árbol, si cada día le das cinco hachazos tarde o temprano lo abatirás. Recuerda, bastan cinco tareas al día, treinta y cinco a la semana, ciento cincuenta al mes... Y lograrás tu propósito.
Actúa fuera de tu jornada laboral, por la noche, incluso los fines de semana. Sé perfectamente lo que significa doble esfuerzo y también conozco la recompensa. Invertí el tiempo que tenía, y el que no tenía: noches, fines de semana, vacaciones. Así empiezan la mayoría de proyectos de éxito, exprimiendo la jornada.
·       ¿Cuál es tu proyecto?
·       Tu proyecto: gran sueño.
·       Tu plan: gran proceso.
·       Tu servicio: gran experiencia.
·       Tu producto: gran satisfacción.

Ahora cumplimenta tu Plan de Manifestación:
             MI OBJETIVO                          METAS PRIORITARIAS                     ACCIONES/TAREAS


¿Por dónde empezar? Quizá por el punto en donde halles menos dificultad, el punto de menor resistencia. Eso te dará impulso y confianza para abordar tareas más arduas después. O quizá por la más ingrata y desde allí, coser y cantar. En ambos casos, una vez que estás en movimiento, la motivación por haber empezado te impulsará y te será más sencillo pasar a nuevas tareas. La motivación viene después de la acción; de modo que no esperes a estar motivado para empezar, podría ocurrir que no empezaras nunca.

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