miércoles, 11 de abril de 2012

¿El EGO es nuestro enemigo?

La contra de hoy nos trae uno de los temas más recurrentes en la psicología: el ego (del latín: “yo”).


Hay mucha literatura y arte acerca de él, hay mucha investigación científica desde disciplinas como la psicología y la psiquiatría, y en “Mujeres Colapsadas” hemos querido dedicarle un pequeño espacio.
Podemos decir que el ego es la persona que crees ser, no necesariamente la que eres o la que puedes llegar a ser. El ego es un personaje que has ido construyendo. El ego es fruto de tu sistema de creencias, pautas, hábitos que has ido tejiendo en base a tus aprendizajes y experiencias desde que naciste y con el que te identificas.


Si haces caso a tu ego -si le sigues- te sientes seguro, tranquilo. Estás comportándote de acuerdo al sistema que has construido. El hábito, la rutina, el seguir las pautas habituales a las que te has acostumbrado, te tranquiliza, estás en terreno conocido.  Si el exterior (personas o situaciones) lo reconocen y recompensan te sentirás pleno y ufano.  El precio: difícilmente arriesgarás, te expondrás, comprobarás si tus creencias son ciertas, aprenderás.
Si le contradices, si actúas de forma que él no tenga previsto o si alguien lo pone en evidencia, se incomoda. Sabrás que se ha incomodado por las emociones que experimentes. La variedad es inmensa: puede ir desde un ligero enfado hasta intensa rabia, tristeza, miedo, pánico, vergüenza…
Hay quien considera al ego como a un enemigo. ¿Enemigo de uno mismo? ¿Llevas al enemigo en tu interior?
No le veo mucha utilidad. El ego está para algo. Es necesario, es útil. El ego es un sistema que te permite ordenar tu experiencia. Es como una guía. Te ahorra tiempo, permite que tengas comportamientos más o menos predecibles, una cierta congruencia.
El ego es el gran defensor de tu ecosistema como organismo. Al ego le gusta la estabilidad, el quiere preservarte, quiere protegerte. Es conservador.

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