sábado, 4 de mayo de 2013

Cualidades que se necesitan para el desarrollo de la consciencia (Parte 3)




9. La concentración
La concentración significa adentrarme en mi atención, centrarme, refugiarme en mi silencio interior para observar con profundidad lo que estoy pensando, sintiendo y haciendo.

Sólo si logro concentrar me saco adelante mis ideales y mis metas. Los seres que han triunfado siempre están concentrados.

La concentración no puede ser continua, se maneja por lapsos y los beneficios que aporta son impresionantes.

La concentración es la capacidad de reunir información y meditar sobre los conocimientos y experiencias para poder lograr resultados y conclusiones conscientes.

Nuestra mente es poderosísima para crear, razonar y aprender. Los seres humanos sólo usamos una pequeña parte de su capacidad. Si nos lo proponemos podemos aumentar nuestro potencial mental, concentrándonos con disciplina v prestando atención.

La concentración nos lleva al equilibrio. Por lo tanto, el Poder de la atracción comienza a funcionar cuando la voluntad, la intención y la atención se concentran.

10. La flexibilidad
Soy un ser flexible y se que nada permanece inmóvil, todo cambia igual que el agua fluye y el viento se mueve. La flexibilidad me permite adaptar me, moverme con facilidad y me protege de no quebrarme en la físico, lo emocional y lo intelectual. Me ayuda a aceptar otros 
puntos de vista sin molestarme.

Si no le damos movilidad a los miembros de nuestro cuerpo, éstos se atrofian y nos paralizamos.

Lo mismo ocurre con nuestra mente: cuando cae en la necedad y el fanatismo, la razón pierde la flexibilidad y ya no nos puede guiar correctamente.

Cuando nos perdemos en un mar de confusión y de angustia, los sentimientos se ven encerrados y encadenados por pensamientos rígidos.

La rigidez convierte a los humanos en seres fríos, crueles, enojados y tristes, los vuelve viejos con rapidez.

La flexibilidad nos mantiene jóvenes y con capacidad de adaptarnos a las circunstancias, sin sufrimiento y con movilidad para resistir los embates de los cambios y los vientos.

La flexibilidad acepta. La rigidez niega.

11. La tenacidad
Debo insistir y persistir hasta que mi mente enmiende sus errores y valore sus aciertos, es la energía extra que aplico para lograr que lo que deseo pueda aterrizar en la realidad. La tenacidad no conoce el cansancio.

El mejor ejemplo para describir correctamente la función de la tenacidad la encontramos en la naturaleza, que siempre cumple con sus ciclos, regalando su generosidad y su abundancia.

La tenacidad no acepta las excusas, pues estos pensamientos le restan energía.

Un ser tenaz siempre alcanza a realizar lo que se propone, ya que tiene el empuje y la flexibilidad de saltar sobre todos los obstáculos que encuentra en el Camino, para continuar adelante.

La tenacidad es creativa, cumplida, disciplinada e invencible, trabaja hasta lograr sus metas con inteligencia.

La necedad es obsesiva y no razona, se encierra en su capricho egoísta, falta al respeto y agrede. No debemos confundir a una persona necia con un individuo tenaz, pues la diferencia es muy grande.

12. El desapego.
Hay muchos tipos de apegos. No sólo hay apegos materiales, también hay los emocionales y mentales. Todos ellos me pueden quitar la libertad y me atan el día que ya no pueda fluir y avanzar.

Dejo ir pensamientos y sentimientos negativos junto con los apegos materiales innecesarios que no me hacen bien ni me dan felicidad, pues sé que nada es para siempre. Lo único que es eterno es el Espíritu de Dios y mi alma.

El desapego es la lección más importante que vengo a aprender en mi trayecto de vida.

Nos vamos llenando de cosas materiales porque nos dan estatus; pero así dejamos de ser libres, dado que debemos cuidar esas cosas para que no nos las quiten o nos las roben.

Lo mismo nos pasa cuando logramos llegar a un lugar importante en la sociedad; ya no volvemos a tener paz, preocupados por perder el poder o fallar.

En el terreno emocional ocurre lo mismo, nos vamos aferrando al amor o a la presencia de otro ser humano y pensamos que nos pertenece. Queremos poseerlo y comienzan la manipulación y los celos, lo único que ganamos es asfixiar al amor pretendiendo eternizarlo.

Así nos encadenamos a toda clase de apegos sin darnos cuenta; se nos acaba el tiempo de vida, ocupándonos en tener más, en vez de ser felices y disfrutar de la bendición de estar vivos.

Eso no quiere decir que debemos convertirnos en seres mediocres, que no anhelan mejora, que no arriesgan y se conforman con cualquier cosa.

Podemos desear lo mejor y trabajar para lograrlo, disfrutar de la abundancia y del éxito. Nos merecemos lo mejor de la vida, pero debemos comprender que todo esto es para disfrutarlo y compartirlo, no para sufrirlo. Y es que el día que nos toque irnos partiremos solos y no nos llevaremos nada.

13. El equilibrio
El universo continúa existiendo por el perfecto equilibrio que lo mantiene funcionando en movimiento constante.

Dentro de mí debo equilibrar lo positivo y lo negativo, lo masculino y lo femenino, el rigor y la clemencia, la luz y la sombra. Al equilibrarme, los excesos ya no me atraen; comprendo que la única forma de lograr la armonía y la paz dentro de mí es nivelar la balanza de mis pensamientos y sentimientos.

En la filosofía de China, el equilibrio es la respuesta final y la más importante para aquel que ha trabajado en la evolución de su ser, pues sabe que la armonía llega con el equilibrio.

EI equilibrio se logra cuando ya existe en nosotros la seguridad de nuestros actos, sabemos lo que queremos y hacia dónde vamos, disfrutamos de bienestar al hacer lo que nos gusta.

EI equilibrio es madurez, es quietud interior y capacidad de ver con calma y claridad el panorama completo.

Cuando logramos equilibrarnos, el ego se sitúa en el lugar que le corresponde, deja de molestar y ya no nos distrae con sus demandas.

El conocimiento y la intelectualidad nos quitan la ignorancia pero no nos equilibran, nos volvemos adictos a la información y podemos caer en la soberbia.

La sabiduría, en cambio, es la comprensión profunda que da el conocimiento, del cual se desprenden valores y principios. Es un saber prudente y respetuoso que abarca muchos temas, que instruye y busca el equilibrio. La sabiduría es humilde discreta y noble no habla mucho pues no le interesa llamar la atención, pero aplica su saber correctamente y con sencillez en la vida.

El equilibrio se logra con sabiduría.

14. La humildad
Sólo al ser humilde soy un buen discípulo de la vida, pues sé escuchar para poder aprender y soy capaz de aceptar la verdad como mi guía. La humildad es la sencilla dignidad de los sabios bondadosos, es saber apreciar la simplicidad de la vida y no buscar elogios.

No se debe confundir el concepto de humildad con la falta de dignidad y sumisión absoluta.

El verdadero significado es dejar ir el orgullo falso y la vanidad altanera que se llama presunción, creyendo que las posesiones materiales y los valores inventados convierten a una persona en alguien superior.

La humildad es la nobleza del alma, es el respeto callado que acepta aquello que es verdadero y no ofende, pero defiende su dignidad.

La pobreza no es sinónimo de humildad. Un ser humilde es el que ya tiene la seguridad de saber que posee la riqueza del alma.

Bendito aquel que, teniendo riquezas materiales, no se deja caer en la soberbia y actúa con humildad, comparte y hace fluir su abundancia.

Lo mismo se aplica al erudito que instruye y comparte su conocimiento con una actitud humilde y con el único fin de ayudar a la evolución de la humanidad.

15. La bondad
La bondad está llena de amor.

Es compasiva, paciente, sabe dar, compartir, escuchar, comprender, perdonar, no juzgar, acaricia almas y da libertad.

La bondad se da sin esperar nada a cambio.

Ésta es la cualidad más bella que poseemos los seres humanos, pues somete y vence al egoísmo.

La bondad es generosa y agradecida, está inmersa en la Chispa Divina con la que nacemos.

Debemos pensar y actuar con bondad, ya que este sentimiento adorna nuestra vida y nos regala paz.

La bondad no reclama ni sabe juzgar, sólo sabe dar.

En el mundo competitivo en el que vivimos, la bondad no está de moda porque por lo general se le cuelga la etiqueta de "tontería", y se cree que estorba en el camino de los logros materiales.

No debemos equivocarnos pensando así, pues estamos sacrificando la satisfacción de sentirnos generosos y todopoderosos con nuestro amor.

La bondad no sospecha; confía y se entrega sin dudar. La bondad es simple y fresca, se da con alegría, no busca el intercambio sino que goza del placer de compartir y ayudar.


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