- Eso
lo he escuchado tantas veces y sinceramente... me parece una reverenda
estupidez - dije sin recapacitar, y seguir argumentando- .
“Conócete
a ti mismo” Cómo no me voy a conocer, ¿No he vivido conmigo mismo toda la vida?
¿No soy yo mismo todo el tiempo?
- Pues no, la verdad es exactamente lo
contrario: No te conoces y muy pocas veces en tu vida has sido tú mismo. Lo que
conoces de ti mismo es tu personalidad y tus condicionamientos. –
¡Ohhh!...
pues para variar, mi querido guía, no entiendo nada.
- Mira, la palabra personalidad viene
del griego "persona". La persona era la máscara que utilizaban los
actores griegos en las obras de teatro. Así que, tu personalidad es la máscara
con la que te relacionas con otras, pero no eres tú. ¿Has notado que cuando
estás solo y piensas que nadie te observa te comportas de diferente manera?
- Claro
que lo he notado - conteste emocionado sintiendo que empezaba a comprenderte- ,
incluso con algunas personas somos de cierta forma y con otras somos
diferentes.
- Así es, tu personalidad es algo adquirido,
que tiene que ver con las situaciones que rodearon tu infancia, con la sociedad
en la que naciste, con cosas externas. Ninguna de ellas elegiste y sobre
ninguna de ellas tuviste control.
- Pero
entonces... ¿usamos siempre una máscara para relacionarnos con otros?
- Siempre. Una máscara de actitudes
aprendidas, de lugares comunes, de reacciones ensayadas. Una forma de ser y de
actuar que no deja espacio para ser tú mismo: para ser espontáneo.
- Y casi
no hacemos contacto con el otro. Evitamos mostramos al otro.
- Lo evitamos porque nos avergüenza,
porque te han dicho que puedes ser como quieras... excepto ser tú mismo. Y en
esos raros momentos en las que haces contacto con tu ser, en los que lloras
emocionado, ríes sin pensar o bailas sin control, ¿Qué sucede?
- Te
reprimen, piensan que estás loco, te critican.
- Así es, a los otros les incomoda que muestres
el verdadero yo, porque en la sociedad se vive en el “como si", en lo superficial, en lo cómodo, sin
hacer contacto con el otro. Mostrar tus emociones, tu vulnerabilidad, tu alegría,
tu inocencia, es cosa de locos.
- Pero...
¿con las personas que amamos? con ellas si mostramos nuestro verdadero yo, ¿no
es así?
- Eso sería maravilloso, pero no es la
realidad. Estamos tan identificados con nuestra mascara, con nuestra personalidad,
que pensamos que "eso", somos nosotros e incluso en la intimidad seguimos
respondiendo a un programa. Cuando besas a tu novia, cuando le haces el amor, ustedes
no se tocan, son solo las máscaras las que se besan y se acarician.
- Pero...
¡lo sentimos! - le dije un poco molesto.
- Sienten una mínima parte, créeme. Entre tantas
actitudes aprendidas, tantas acciones automáticas y tantas distracciones de tu
mente, no queda espacio para ver al otro, para sentirte.
- Pues
me parece difícil de creer que siempre estemos escondiendo nuestro verdadero
ser.
- ¡Lo escondes tanto que ni siguiera le
conoces! Cuando la gente no está tratando de convencer a otros de que es algo
que no es, está tratando de que nadie se
dé cuenta de lo que en realidad es.
Por un lado, exagerando y mintiendo para
crear una más cara agradable para los demás y por otro lado fingiendo y
ocultando porque lo que él cree que es en realidad, le avergüenza.
- Escondemos
nuestros diarios, reprimimos nuestras emociones, no expresamos nuestras
ideas... pero entonces, ¿vivimos en la mentira?
- No en la mentira, en la superficie,
nuestra personalidades la circunferencia, nuestro ser es el centro. La circunferencia
es el "como sí".
- Como
si nos quisiéramos, como si nos importara, como si nos amaramos, como si...
- El esposo hace como si fuera fiel y,
tiene una amante, la mujer hace como si no lo supiera para no tener que preocuparse
por el dinero, los hijos hacen como si estudiaran, el burócrata hace como si trabajara,
el político como si le importara, el policía como si fuera honesto, el sacerdote
como si fuera puro y casto.
- ¿Y
cómo hacemos entonces para conocernos?
- Observar la forma en la que hemos sido
condicionados. Poner atención a los programas en los que respondemos ciegamente.
- Espera,
espera... eso suena como si fuéramos robots...
- Somos robots, esclavos, títeres. Todos
lo somos. Nada hay de original en ninguno de nosotros. Desde nuestra infancia nos
han esclavizado, condicionado, programado.
Lo que creemos que somos, nuestras metas,
nuestros valores, nuestros temores, nuestros gustos; nos fueron impuestos por otros.
Nunca se nos dio la oportunidad de elegir nuestras creencias. Nunca tuvimos la
posibilidad de cuestionarlas. Nada hemos elegido.
Eso que crees que eres, esa persona que
defiendes a capa y espada, esa personalidad de la que te sientestan orgulloso
o... tan avergonzado, no eres tú.
Esas metas que te mueven, los miedos que
te controlan, las ideas que le dan sentido a tu vida, los valores que respetas;
los heredaste todos. Fueron forzados en ti cuando no tenías posibilidad de
rechazarlos, de analizarlos siquiera.
- ¡Hey! ¡Ya te estás pasando! - dije furioso- ¿Resulta que somos un montón de monigotes sin
voluntad, sin la posibilidad de elegir nada? ¿Así que somos manipulados a
placer y no nos damos cuenta siquiera?
Una
hora pasó sin que mi guía dijera nada. Deje de insistirle que me diera una
respuesta cuando caíen cuenta de que eso era justamente lo que me quería enseñar.
Que estaba acostumbrado a las respuestas fáciles, a la información predigerida,
me gustaba no sólo que me dieran de comer en la boca sino, que quería que
alguien masticara la comida por mí.
- ¿Elegiste nacer?- dijo por fin.
- No
- ¿Elegiste a tus padres o a tu familia?
- Algunos
dicen que si los elegimos.
- Esas son estupideces newage. ¿Los
elegiste?
- No.
- ¿Elegisteser hombre?
- No.
- ¿Ser mexicano?
- No.
- ¿Ser Católico?
- No.
- ¿Tu nombre?
- No.
- ¿Hay algo importante en tu vida que han
determinado tu forma de ser y que tu hayas elegido?
No tienes la más remota idea de quién eres, vives detrás de la máscara que
es la personalidad que te han dado, sin poder mostrarles a otros. Ingieres
alcohol para poder aflojar tus ataduras. Sin sustancias extrañas en tu cuerpo
no puedes hablar, no puedes reír abiertamente, no puedes bailar, no puedes
siquiera expresar tus emociones. Como vives a través de otros, su opinión es más
importante que tus sentimientos. El "qué dirán” es lo que rige tu vida.
Conocerse a uno misma es saber qué queda
cuando te desprendes de todas esas etiquetas con las que te has identificado: de
ideologías, de creencias, de nacionalidades, de estereotipos, de modas.
- Lo
cual no es nada fácil.
- Es lo más difícil que puedas
imaginar, porque el salir del montón, es saltarse, aventurarse a lo desconocido,
es como dijo Jesús: "perderse para poder encontrarse”.
- Conócete
a ti mismo - repetí, ahora con más respeto- ¡guau! ¿Quién lo dijo primero?
- Los griegos
- ¡Ahsí!
Ya lo sabía.
- Mhhh… Claro...
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