jueves, 25 de julio de 2013

La zanahoria inalcanzable


-  A ver – dije todavía con incredulidad - , ¿todos estamos insatisfechos, necesitamos de amor y reconocimiento y buscando en el lugar equivocado?
-  ¡Sí! ¿Por qué te cuesta tanto trabajo creerlo?
Seguro recuerdas esa historia del burro que, atado a un molino y con una zanahoria colgada justo frente al hocico, da vueltas y vueltas tratando de alcanzarla, lo que hace que el molino funcione. ¿Cuáles son las dos condiciones indispensables para que el burro no se detenga?
-  Que tenga hambre.
-  Esa es una ¿y la segunda?
-  No lo sé – dije después de pasar algunos momentos.
-  Vamos, haz un esfuerzo. Tragarte todo lo que te dicen sin masticarlo es lo que te tiene programado.
-  ¡Carajo! Ya sé, ¡Que nunca la alcance!
-  Exacto. Que nunca la alcance. No puedes hacer que un burro satisfecho dé vueltas inútilmente.
Lo que mueve ahora mismo la sociedad es la insatisfacción del hombre. El que se siente incompleto, imperfecto, vacío. Siempre le falta algo, siempre hay algo que  cambiar. Va por el mundo con un hoyo en el pecho, perdido, tratando de llenarlo.
-  ¿Y cuáles son las zanahorias que nos ofrece la sociedad?
-  Las hay de todos tipos, las más obvias son las materiales: El auto nuevo, una nueva computadora, la moda, tener más dinero.
-  Espera, pero esas zanahorias si puedes alcanzarlas.
-  En realidad no, cada año ofrecen autos nuevos, mejores, más modernos. Cada mes hay computadoras más poderosas, más rápidas, más pequeñas. La moda cambia cada temporada. Y el dinero, ¿Cuánto es suficiente?
-  Entiendo – dije esforzándome sinceramente por digerir la nueva información - , como no recibimos el amor que necesitábamos en la infancia, como no nos ayudaron a apreciar nuestra valía, como no fuimos reconocidos, ¿ahora vamos por la vida buscado llenar ese hoyo?
-   Así es, mi amor. Llegamos a este mundo completamente vulnerables y nuestros padres y tutores en lugar de tratarnos con el respeto que merece un invitado de lo desconocido, con la admiración que merece el milagro más grande y con el amor que necesita uno de los seres más sensibles de este mundo; nos condicionaron, destruyeron nuestra belleza, nos llenaron de miedos y dudas.
Esto último me cayó como un costal de ladrillos.
-  ¿Por qué? ¿Por qué harían eso nuestros padres que nos aman? – le pregunté ansioso.
-  Por inconsciencia, por ignorancia, por miedo. Porque ellos fueron tratados igual. Porque nos tocó a nosotros cambiar el estado de las cosas, no a ellos.
-  ¡Esa es una gran responsabilidad!
-  La libertad sólo viene con responsabilidad.
-  ¿Y cómo llenamos ese hoyo que tenemos?
- Eso lo hablaremos después, por lo pronto recapacitemos como no se llena ese vacío.
- Muy bien. No se llena con posesiones ni con dinero, eso ya quedó claro.
- No se llena con logros. No importa cuánto logres en la vida, ni cuanto trabajes, ni cuanto asciendas en la escalera del "éxito''.
- Si todos llevamos ese vacío no se llena tampoco con una relación ¿correcto?
- Correcto. Muchas personas se unen para "compartir sus soledades'' pero un vacío no tapa un hoyo... lo hace más grande.
- ¡Entonces no se llena con nada que venga de afuera! - dije emocionado.
- ¡Exactamente! Ese vacío que todos sentimos, esa insatisfacción con lo que somos y con lo que es nuestra vida, ese hoyo que nos roba la paz, ¡se llena de adentro hacia fuera!
- Pero ¿cómo? dímelo.
- La hablaremos más tarde.
- Me llamaste "mi amor" de nuevo.
- Mhhh jhhh...



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