Cuatro
preceptos a tener en cuenta
El Dalai Lama dijo en cierta
ocasión que nuestra meta final es ser felices. Y yo le creo. ¡Aleluya! ¿Verdad
que es una meta magnifica?
En el libro, “Se tu propio Coach”, cuya temática está relacionada con la presente
obra, consiste en atreverse a “vivir por un sueño”.
El protagonista concluye lo
siguiente:
1. Todo
corazón alberga un profundo deseo y, al mismo tiempo, posee la llave que lo
abre a la realidad. Las preguntas implican respuestas; y para conocerlas,
requiere un nuevo nivel de conciencia. Entregar tiempo y energía a lo que ama
el corazón conduce a ocupar el justo lugar en la creación y conocer el sentido
de la vida.
2. Cuando
se combina el talento con una determinación a toda prueba, el logro está
garantizado sin importar cuanto pueda tardar. La persistencia es confianza en
acción abriéndose paso a través de las dificultades; o mejor aún, al margen de
ellas. La paciencia es la cualidad de quien confía sin importarle el cuándo.
3. La
vida entera aguarda la intención del soñador. Una vez este la manifiesta, apoya
a los valientes de espíritu organizando oportunidades. En el universo, las
fuerzas que hacen que un deseo se convierta en una realidad son: a) la intención comprometida, b) la atención enfocada y c) la acción creativa.
4. Los
medios y las oportunidades se revelarán en su justo momento sin que pueda
llamarse suerte o azar. El momento oportuno es aquel en que las oportunidades
no van a malograrse ni desaprovecharse. Lo que ocurre en los planos sutiles —no
visibles a los ojos— determina lo que ocurre en el plano material. Lo invisible
sostiene lo visible.
Pasión
y Servicio.
¿Qué ha hecho de Starbucks, con una
proyección de cuarenta mil locales, la mayor cadena de cafeterías del mundo?
Lee el libro de su creador Howard Schultz. Pon tu corazón en ello (VS
ediciones), y descubrirás como empezó. Es una de las historias de éxito más
impresionantes de las últimas décadas. El ejemplo de que una empresa se puede dirigir con corazón tener alma y dar
beneficios. Quizá porque comparto esa misma filosofía, he escrito parte de
este material en la cafetería de mi San Miguel de Allende, Gto.
Pasión y compromiso en el servicio.
Es la era de los negocios “corazón-a-corazón”. O te apuntas a la pasión ahora o
no lo haces.
Pon tu foco de atención en lo que
amas, dale prioridad al servicio y tendrás el éxito garantizado. No he olvidado
el consejo que recibí: “Concéntrate en que ofreces más que en lo que obtienes.
Si añades utilidad a las vidas de otras personas, el éxito del proyecto está garantizado.
A las personas les gustan la pasión y el servicio”.
Sigue los pasos de tu corazón. Le
puedes decir a tu mente qué debe pensar, pero no le puedes decir a tu corazón
lo que debe amar. Ve adonde te lleve el corazón, exprésate con sus palabras,
actúa desde su sabiduría. Es el centro de tu universo. “¿Tiene este camino un
corazón? Si lo tiene, el camino es bueno; si no lo tiene, no sirve”. No lo
escribí yo, lo hizo Carlos Castaneda.
Abraza tu propósito con compromiso
y devoción, ¿Qué más interesante podrías hacer con tu vida? Si lo haces,
conseguirás mucho más de lo que soñaste. En palabras del escalador W.N. Murray:
“En el momento en que uno se compromete,
la providencia también hace un movimiento”. Él subió a su cima. Y lo que
transmiten sus palabras es algo tan antiguo como cierto: “tu compromiso reestructura todo el universo”.
Cuando pones pasión en tu tarea,
esta se convierte en un negocio rentable. La pasión por el servicio da
beneficios. Pero si solo piensas en ganar dinero, te aseguro que se convertirá
en algo realmente complicado. No espero que estés de acuerdo con esto al 100%
pero considéralo al menos. El dinero es el efecto, recuérdalo, y enfocarte en
el obstaculiza las causas.
Añade pasión y servicio a tu
misión, formúlate algunas preguntas del estilo: ¿Qué me pide la vida? Y no a la
inversa: ¿Qué le pido a la vida?
La idea básica es: el universo no
nos debe nada. Ya hizo cuanto estaba en sus manos: darnos la vida. John F.
Kennedy hizo famosa esta frase: “No te
preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregúntate que puedes hacer tú,
por tu país”, y puso a una nación entera en pie.
Ahora es nuestro (tu) turno.
El
poder de la palabra escrita
La mejor sugerencia que puedo
hacerte, y no por ser escritor, es esta:
Pon por escrito
todo lo importante de tu vida.
Hoy sabemos que la palabra no se
limita a describir la realidad, literalmente contribuye a crearla. ¿Cómo?
Vivimos en un mundo de vibración donde las frecuencias iguales se atraen. La
palabra contiene la vibración de lo nombrado. Sencillo, ¿Verdad? La escritura
hace que lo escrito penetre en la conciencia, la empape y atraiga su
complementario material. La palabra escrita es un decreto que cristaliza el
pensamiento, lo hace tangible, especifico y lo “solidifica”.
Decreta tu mayor bien por escrito y
bendecirá tu vida.
El mejor regalo que puedes hacerte
a ti mismo es un pequeño bloc de notas y usarlo para “pensar por escrito”.
Escribir, es una metáfora, otorga a lo escrito el aliento de la vida.
Pásalo de la cabeza al papel antes
de que quede en el olvido. ¿No pones por escrito los contratos que firmas? Una
compra, un alquiler, un trabajo, el matrimonio y hasta la partida de nacimiento
se ponen por escrito. Y ¿Qué hay de tus sueños? ¿Hay algo más importante que
eso? ¿Por qué no los pones por escrito entonces?
Te sorprendería descubrir cuantas
cosas puedes crear poniéndolas por escrito. Las cosas se crean tres veces:
1. En
la mente
2. En
el papel.
3. En
la realidad
Hazlo posible en el papel; una vez
es una posibilidad, solo queda hacerlo real. Suena sencillo, verdad?... aunque
no fácil. No importa, hazlo de todos modos.
Ø
Aunque suponga un gran trabajo.
Ø
Aunque nadie te entienda.
Ø
Aunque tarde tiempo.
Ø
Aunque sea arriesgado.
Ø
Aunque se te acabe la paciencia.
Ø
Aunque sea una locura.
Ø
…Precisamente por eso vale la pena.
Una vez lo has creado en tu mente,
solo necesitas los medios para crearlo en la realidad. Pero puedo asegurarte
que esto último es la mitad, o incluso menos, del total. Cuestión de
detalles...
NOS LEEREMOS MAÑANA VIERNES.
Fraternalmente: Manuel Morín
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